Por: Emmanuel Báez Rodríguez

@mrtenno

Yo no estaba en casa cuando se realizó la pregunta más difícil de todas. Mi novia me llamó a la radio y me comentó nuestra hija de seis años se había acercado a ella, con esa mirada curiosa que adopta cuando está formando una pregunta en su cabeza, y ahí disparó sin dar vueltas: "¿Cómo llega el bebé a la panza?". Mi novia, que había estado anticipando esa pregunta en caso de que llegara el momento, atinó a decirle: "Cuando venga tu papá, hablamos". Se había petrificado. Yo también, y ni siquiera estuve ahí.

Realmente pensamos que iba a tardar más tiempo en aparecer, pero era una pregunta que había estado rondando la casa durante algunas semanas, en otro tipo de conversaciones. Cuando llegué a casa, mi novia me cuenta que seguía asustada; mientras, nuestra pequeña se encontraba arriba en su habitación viendo la televisión como si nada. Conversamos un poco y llegamos a la conclusión de que responderíamos bien esa pregunta otro día, con una mejor preparación.

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No debería ser tan problemático; sin embargo, es un tema delicado. No debería ser tan difícil; sin embargo, es una cuestión para reflexionar bien. Como padres, por un lado queremos que entiendan lo básico a esa edad, lo que está bien y lo que está mal, pero por el otro, no deseamos que le den demasiado tiempo al tema como para profundizar y generar en ellos más preguntas de las que tendrían que hacer. O tal vez, está bien que hagan todas las preguntas que quieran, y no deberíamos subestimarlos. Cada caso es distinto, y en nuestro caso también nos hizo reflexionar.

Hablar de la sexualidad con los chicos es sumamente importante, y la ausencia de este diálogo es la base de un problema que afecta muchísimo a la sociedad, cuyo destino final suelen ser titulares de abusos sexuales o embarazos no deseados. Pero a la hora de la verdad, sentarse a hablar con los hijos puede ser una experiencia única, tal vez algo vergonzosa, pero muy enriquecedora, porque une más a la familia solidificando los lazos que creamos desde la primera muestra de amor.

Algunos padres no encaran el tema por vergüenza, pero es necesario pensar en el mañana antes de preferir el silencio. Así que ya sea que usen palabras como "semilla", o si prefieren ser más directos con ellos, o si en vez de conversar le hacen ver algún video o aprovechan las páginas escolares de los periódicos, lo importante es no olvidar que siempre es mejor que preguntas como esas se respondan en casa y no en otro lugar, donde no tendremos control de la información que reciban.

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