Gunter Pauli -el creador de este concepto- fue quien me ayudó a entender en qué consistía y cómo las soluciones inspiradas en la naturaleza también pueden ser accesibles al consumidor.

Por: Micaela Cattáneo

Cuando vamos al supermercado, el dilema al que nos enfrentamos es: ¿Elijo precio o calidad? ¿Opto por el producto orgánico y ecológico gastando más o economizo a costa de mi salud y la del planeta? Bueno, quizás gastar de más no siempre signifique optar efectivamente por el camino correcto.

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Muchos de los productos catalogados como orgánicos o ecológicos, accesibles sólo para consumidores de cierto nivel adquisitivo, en realidad no son tan amigables con el medio ambiente (no como lo pensábamos, al menos). Por ejemplo, existen detergentes biodegradables que utilizan aceite de palma de plantaciones que destruyen la selva tropical. Por lo que, además de ser costosos, tampoco responden a un consumo inteligente.

Es eso lo que la economía azul quiere derribar para construir sobre esa misma base un conocimiento donde "lo bueno también sea barato". Y ya que cité el caso de los detergentes, recordemos cómo este modelo económico se insertó en la historia y, por supuesto, gracias a quién.

Gunter Pauli, quien escribió por primera vez sobre el tema, es un economista belga que durante 35 años defendió la economía verde a través de su empresa ecológica Ecover, dedicada a la fabricación de productos de limpieza con ingredientes de origen vegetal o animal.

Como parte de ese modelo sustentable, Gunter implementó la compra de ropa interior Patagonia para sus empleados. Como esta marca elabora sus prendas con algodón orgánico capaz de aguantar las temperaturas del Himalaya, su objetivo era que en la fábrica él pudiera reducir 8ºC la temperatura, y así ahorrar energía. Otra de sus políticas fue la de pagar medio dólar extra por día a los empleados que llegaran a la fábrica en bicicleta.

Pero resulta que un día el empresario fue a visitar al proveedor de su materia prima (ácidos grasos de la palma africana) en Indonesia. Durante su recorrido, descubrió que los agricultores estaban destruyendo la selva para plantar en grandes extensiones; situación que obligaba a los habitantes naturales de ese lugar, los orangutanes, a salir de allí. Por lo que aquello de "un mundo mejor" estaba escapando de sus manos. Hasta que decidió cambiar eso.

La economía azul nace como una alternativa a esa economía verde que él mismo considera "sólo para ricos y poco razonable con el ambiente". Este modelo -que lleva ese nombre por el color del cielo y de las aguas que visten a la Tierra- tiene la misión de producir con recursos que estén localmente disponibles en la naturaleza. Es decir, reutilizar los desechos para cubrir las necesidades básicas de todos: agua, vivienda, energía, educación, etc.

El ejemplo que más llamó mi atención es el de la empresa que elabora Absolut (sí, la marca de vodka), que exporta casi 150 millones de botellas a los Estados Unidos. Pero botellas de vidrio, que según el experto, resultan más ecológicas que las de plástico. "La botella -explicaba en su charla- hoy en día se convierte en un polvo, este polvo al ingresar al horno se convierte en CO2, elemento que sirve para la construcción de viviendas sociales". A eso se refiere cuando habla sobre el "análisis del ciclo de vida" de los recursos; la naturaleza los provee y los vuelve a recibir pero de manera consciente, sin daños a terceros.

Podría acaparar más páginas de la revista describiendo las propuestas que "el padre de la economía azul" presentó al público paraguayo durante una charla realizada recientemente. Proyectos como el cultivo de hongos comestibles a partir de los desechos del café, detergentes biodegradables fabricados con restos de cáscaras de naranja o la conversión de gasolineras en estaciones de recargas para vehículos eléctricos forman parte de ZERI (Iniciativa e Investigación de Emisiones Cero), una red global fundada por él en 1994 con el fin de extender por el mundo, sus ideas de sistemas inspirados en la naturaleza.

Por algo lo llaman el "Steve Jobs de la sustentabilidad"; aunque él prefiere que lo comparen con el Che Guevara porque busca revoluciones que transformen el tejido económico, que generen más empleos amigables con el medio ambiente y que la pobreza se acabe. Gunter Pauli, antes de irse, nos pidió una sola cosa: "Haz más de lo que consideres posible".

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