Al respecto de la salida intempestiva y escandalosa del periodista Enrique Vargas Peña del Grupo Nación, específicamente de las radios 970 y Montecarlo, debemos hacer la aclaración de que el mismo no fue ni censurado ni despedido, como ha expresado él mismo en varias declaraciones, a veces confusas y hasta contradictorias, de su salida del grupo de medios; por el contrario, hasta la presentación del anuncio público de su renuncia, por diversos medios radiales, por solidaridad con el despido de uno de sus colaboradores, Carlos Gómez, estuvo emitiendo opiniones por las citadas radioemisoras y escribiendo columnas de opinión en el diario La Nación, con absoluta libertad y sin censura alguna.

Tampoco fue despedido del diario La Nación, sino que llegó a un acuerdo con el medio. Igualmente se publicó, en fecha 22-9-2016, su columna regular en el diario. Hacemos esta aclaración en honor a la seriedad informativa, para los muchos medios y periodistas que opinaron, que denunciaron la supuesta censura, sin corroborar la veracidad de los hechos.

Es fácilmente comprobable que no sufrió censura alguna, leyendo sus escritos en el diario o escuchando sus declaraciones radiales de los últimos tiempos, y desde que la nueva propiedad se hizo cargo del Grupo Nación.

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El conflicto con Vargas Peña se había desatado semanas antes con el despido de dos de sus colaboradores radialistas, despedidos por razones administrativas, sin ninguna referencia a posiciones políticas que, como es fácil corroborar, tanto en la trayectoria de Vargas Peña como la de otros profesionales, cuyas opiniones discrepan frecuentemente con las posiciones del gobierno, nunca fueron censuradas.

Si bien ha habido despidos por razones de reestructuración empresarial, lo que viene sucediendo en muchos medios de comunicación.

No es ese el caso del conflicto surgido con algunos periodistas, despedidos por razones de discrepancias con la línea periodística del grupo que pretende que se respete la opinión de las partes, que se escuchen las dos campanas, y no que respondan a una sola, que poco tiene que ver con la cuestión informativa o analítica, guías del periodismo, sino con una campaña política que ha llevado incluso al ataque a la labor de colegas de los otros medios del grupo por no "alinearse" a la "línea" bajada por los colegas que utilizaron los propios recursos del medio para atacar a los que no estaban de acuerdo con ellos, por sentirse "los dueños de la verdad".

Aquí creemos que la verdad se conforma con la opinión de todos, con la pluralidad de opiniones y el respeto a la divergencia. Estos problemas fueron los temas de conversación entre miembros del directorio del Grupo y Vargas. Posteriormente, dentro de la reestructuración empresarial, se procedió al despido de Carlos Gómez, el más estrecho colaborador de Vargas, que fue el desencadenante de su renuncia, como lo expresó a través de distintos medios, tras tener reuniones previas, también publicitadas por él mismo, con directivos de otros medios para buscar un nuevo espacio de trabajo.

Así que, de acuerdo a sus propias declaraciones, en los medios del Grupo Nación y en otros, Vargas ni fue censurado ni fue despedido. Renunció públicamente a las radios y, por respeto a su antigüedad, se negoció su salida, del diario, con ambas partes de acuerdo.

No está en nuestro ánimo criticar la línea de opinión de otros medios o de otros colegas; si bien, la polémica franca y directa es saludable, recriminar con ánimo de imponer "opinión única" es antiprofesional y antidemocrático; el "periodismo de periodistas contra periodistas", no es sino periodismo para periodistas", y para políticos sectarios, no para contribuir a la información amplia y al debate plural público, que es nuestra función.

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