Por Clari Arias

@clariarias

En el día del aniversario número 129 de la Asociación Nacional Republicana (ANR) el senador electo por el Partido Encuentro Nacional Eduardo Petta San Martín terminó por convertirse en otro tránsfuga más de la imperfecta transición democrática del Paraguay. El transfuguismo es un fenómeno excepcional en política de nuestro país, pero cuando se da, genera un doloroso daño al sistema republicano.

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Eduardo Petta San Martín es afiliado al Partido Colorado, y según sus propias declaraciones, antes de candidatarse para el Senado por el Partido Encuentro Nacional (PEN, lista 9, en las elecciones generales del 2013), solicitó el permiso correspondiente a su partido, en la persona de su entonces presidenta Lilian Samaniego. Como candidato número 1 en la lista nacional del PEN, generó una interesante motivación en el electorado principalmente urbano, obteniendo más de 74.000 votos que lo llevaron –finalmente– a obtener una curul en el Congreso.

La estrategia de proponer un candidato mediático (Petta logró cierta notoriedad como fiscal, y luego como director de la Caminera) funcionó para las aspiraciones del PEN, que afanosamente evita su extinción desde su descalabro electoral en las generales del 2003, en donde –en un castigo contundente del soberano por haberle dado apoyo al (des)gobierno de "Lucho" González– perdió casi todo el apoyo popular que ostentó durante toda la década de los años noventa del siglo pasado.

La gran pregunta que tengo que hacerle a los 78.460 votantes del senador Eduardo Petta es que, ¿si de saber que éste volvería a la ANR lo hubieran votado, de igual manera, en las elecciones del 2013? A simple razonamiento, la respuesta es un rotundo no, ya que no depositaron su voto por la ANR en las mencionadas elecciones. Peor sería la historia si fuéramos exigentes desde el punto de vista ideológico, ya que el PEN surge a comienzos de los noventa como oposición pragmática a la ANR, desde un progresismo poco profundo.

En esta transición tuvimos otros casos de transfuguismo, que se dieron en el seno del partido Unace. Así en el período pasado, el reelecto diputado Óscar Tuma abandonó el partido fundado por el general Oviedo para pasarse a la ANR antes de fenecer su mandato como diputado del Unace. Otros llamativos dos casos de transfuguismo fueron los de los hermanos Fabiola y Ariel Oviedo, que luego de fallecer su padre y ser reelectos como diputados por el Unace (la primera por Asunción y el segundo por Central), terminaron por abandonar su partido de origen para enrolarse –también– a la ANR.

El transfuguismo debería contemplarse como un serio engaño electoral. Por lástima nuestro Código Electoral no establece, por dar un ejemplo, la revocatoria del mandato popular para un cargo público en caso de abandono al partido por parte del tránsfuga.

Como anécdota sobre el engaño electoral del transfuguismo, el extinto general Lino Oviedo, cansado de las traiciones y abandonos de gente que sacaba provecho de su arrolladora popularidad, obligaba a los candidatos electorales a firmar multimillonarios pagarés para, de alguna manera, desmotivarlos en sus intentos tránsfugas.

El nuevo tránsfuga de la política paraguaya, el senador Eduardo Petta San Martín, es indudablemente un colorado de pura cepa: afiliado a la ANR, no duda en recordar al hermano de su madre, don Eduardo San Martín (ilustre dirigente de la disidencia colorada al estronismo, fallecido tiempo atrás), cuando le cuestionan su "trazabilidad" partidaria.

Hoy, luego de engañar a los votantes del Partido Encuentro Nacional, ya comienza a hablar de una precandidatura a la gobernación del departamento Central (en donde obtuvo el 45,3% de todos sus votos para senador). Lo bueno de la política y los que traicionan a sus electores, es que solo hay que sentarse y esperar para ver la furia de los votantes en contra de los que traicionan. Insisto, es solo una cuestión de tiempo.

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