Por Clari Arias

Es la primera vez en casi tres décadas de democracia en el Paraguay que un gobierno se ve empeñado en transparentar todo lo concerniente a la nómina de funcionarios públicos. Presiento, a raíz del paso irreversible del tiempo, que será el legado más importante –sino el único– de la administración Cartes.

En las semanas que transcurrieron, decenas de administradores de la cosa pública trabajaron más de lo que hubieran querido para cumplir con el requerimiento del Poder Ejecutivo de saber con exactitud cuántos y quiénes eran esos cuantos que ingresaron como funcionarios públicos desde el año 2003. El trabajo bastó para confirmar lo que ya todos sabíamos con respecto al Estado: es amorfo, lento, poco eficiente y con un promedio de baja calidad en sus recursos humanos.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Por supuesto que el relevo de datos sirvió como propaganda para el actual gobierno, a tal punto de vanagloriarse de un número efímero de disminución de personal bajo su administración. Seamos sinceros, el millar de funcionarios despedidos en la era Cartes no es lo importante en la radiografía espantosa de un Estado que nos cuesta demasiado, sino la tragedia que significaron para el tesoro público los prebendarios gobiernos de Duarte Frutos, Lugo y Franco, responsables políticos del ingreso de más de ochenta mil personas a la función pública, cantidad solo comparable a la nómina de los 34 años de Stroessner en el poder. Nada puede justificar tamaña desproporción en la conformación del sector público, ni siquiera el crecimiento demográfico que tuvo el Paraguay.

Esta horda de ochenta mil funcionarios públicos se asemeja a esas arrasadoras nubes de langostas, que como plagas que son, devoran todo a su paso. Hombres y mujeres atados al presupuesto público ahondaron el déficit fiscal y el de infraestructura, hasta llegar al paroxismo de que todo el dinero que se recauda va a sueldos y otros gastos rígidos de mantenimiento de un gigante casi inservible.

Alguno que lea este comentario y que forme parte de los ochenta mil, se sentirá ofendido. Cuanto lo siento, aquí no hay tiempo para medir individualidades o decir que este es más bueno que el otro. Menos hay tiempo para pedir disculpas a la gente que, sin rubor en sus mejillas, aceptó un cargo público sin estar capacitado para función alguna, a sabiendas de que su única y triste "cualidad" era la papeleta de afiliación a su partido político.

Este gobierno ha hecho lo que ninguno en el pasado. Ha ofrecido los números duros de una función pública alejada de su cometido de servir al pueblo que le paga por rubros tan llamativos como "presentismo" o "responsabilidad en el cargo". Y ha hecho un esfuerzo por transparentar los puestos de trabajo en las emblemáticas binacionales Itaipú y Yacyretá, disminuyendo las cantidades de trabajadores al mínimo requerido, propiciando en casi todos los casos concursos de oposición para contratar al personal técnico necesario. Un verdadero logro para un país en donde es costumbre pedir trabajo por teléfono, sin ninguna cualidad más que el amiguismo.

Lamentablemente la cruzada de Horacio Cartes se ve embarrada por un zoquete mal parido. Uno solo bastó para que este gobierno caiga en la peor de las contradicciones sobre su política de transparencia de los cargos públicos. El diario Última Hora publicó hace unos días que el hijo de la flamante presidenta de la Corte Suprema de Justicia fue nombrado sin concurso en la Itaipú. Conozco las internas de la Binacional porque trabajé allí, también sin concurso alguno, y sé que es casi imposible que alguien ingrese a la entidad sin el consentimiento directo del propio presidente de la República. Sé también que la hidroeléctrica es el refugio favorito de los "hijos de", porque allí trabajan por lo menos doscientos hijos y parientes de ministros de la Corte, senadores, diputados, gobernadores, fiscales, jueces y otros altos funcionarios del Gobierno. Ahora se sumó uno más. Y uno solo basta para saber que este gobierno también tiene sus paniaguados y protegidos; esos que necesitan un lindo lugar de trabajo, porque tal vez sean incapaces de poder sobrevivir si no fuera por la mano protectora del Estado. O de los amigos en el poder.

Dejanos tu comentario