La prestigiosa fundación Getulio Vargas dio a conocer hace pocos días su habitual ranking de países de América Latina en función al clima de negocios que se vive en cada uno de ellos. Paraguay ocupa el segundo lugar, al igual que en el 2015. Se trata de un reconocimiento a una labor sostenida en el tiempo y que apunta a mantener la estabilidad de los principales indicadores macroeconómicos –buenas tasas de crecimiento en comparación con la región y el continente, una inflación bajo los parámetros previstos, una política monetaria consistente, un bajo endeudamiento público y un déficit presupuestario bajo control–.

Estos elementos configuran un marco propicio para el arribo de nuevos capitales e inversiones y para la concreción de negocios. Se complementan además con los atractivos propios y singulares de nuestro país: una inmejorable ubicación geográfica –en el centro de una de las zonas de mayor crecimiento del planeta–; un clima benigno prácticamente a salvo de desastres naturales que golpean a otras partes del mundo; la abundancia de energía. Es además uno de los primeros exportadores de soja, carne, stevia y otros rubros agrícolas.

Es fundamental promocionar a Paraguay en los aspectos que podrían calificarse si se quiere de más intangibles, los cuales pueden resumirse en cuatro grandes ejes: a) Seguridad jurídica, b) Previsibilidad en el sector público, c) El combate serio y consecuente a la corrupción y d) El reconocimiento de la responsabilidad social y ambiental como un factor crucial para el crecimiento.

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El informe de la fundación Getulio Vargas muestra, sin embargo, un cambio que llama la atención e invita al análisis. Luego de varios años ausente de los primeros lugares, Argentina se encuentra hoy en el primer lugar en lo que atañe a las condiciones para hacer negocios, según el análisis referido. La nueva posición obedece claramente al cambio de gobierno y más en concreto a las medidas impulsadas por la administración de Mauricio Macri en el país vecino.

Con notoria firmeza, el gobierno argentino ha desmantelado en pocas semanas buena parte de las políticas económicas de Cristina Kirchner, colocando a Argentina nuevamente en la mira de los inversores, reactivando las exportaciones, sobre todo del sector agropecuario, y encarando acciones de sinceramiento de la economía sin las cuales el país seguiría sentado en una verdadera bomba de tiempo.

Paraguay debe seguir de cerca la evolución de Argentina, donde todavía se esperan años difíciles pero que se proyecta a recuperar espacio en los mercados en los que nuestro país aumentó su presencia. Ese es el caso, por ejemplo, de la soja y de la carne. En este último rubro, Argentina experimentó un marcado retroceso, dejando el campo libre a otros actores –como Paraguay– para expandirse. Desde el sector privado y el Estado deben tomarse las medidas necesarias para elevar la competitividad del Paraguay en este difícil mercado y evitar la pérdida de plazas tan trabajosamente ganadas.

El informe de la fundación también confirma el hundimiento de Brasil en el ranking. Golpeado por una recesión económica que durará al menos un año más y con la sombra de una inflación en aumento, el gigante de Sudamérica no es un buen sitio para las inversiones y los negocios en este momento. Se trata de una coyuntura que Paraguay está en condiciones de explotar, impulsando una campaña sostenida de atracción de capitales desde el Brasil.

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