La energía limpia y renovable será el eje de la exposición del presidente Cartes en la Cumbre sobre Cambio Climático que se inicia el sábado en París, Francia, con la presencia de jefes de Estado y representantes de 195 países del planeta.

La Cumbre persigue el propósito de alcanzar un acuerdo para contener el imparable aumento de las temperaturas desde el inicio de la era industrial y de la utilización masiva de combustible fósil. El incremento de las temperaturas promedio tendrá consecuencias potencialmente devastadoras en todo el mundo, desde la elevación del nivel de los océanos hasta la desertificación de amplios territorios en todos los continentes.

El fenómeno también impactará en la biodiversidad, condenando a la extinción a buena parte de la fauna y flora del globo. Es pues una tarea de la humanidad en su conjunto frenar este proceso y, en un futuro, incluso revertirlo. Esto solo será posible transformando la matriz energética y las pautas de consumo. La industria pesada, el transporte y la agricultura mecanizada se movilizan y avanzan con base en el combustible fósil: el petróleo y sus derivados, el carbón mineral y el gas natural.

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A la sociedad le urge encontrar nuevas fuentes de energía que no dañen el medio ambiente, que sean renovables y que no agraven el efecto invernadero. Paraguay tiene mucho que decir en este campo.

Muchas son las bendiciones que engalanan nuestro territorio. Existe abundancia de agua, tierras fértiles, clima benigno, ausencia de catástrofes naturales –salvo las periódicas inundaciones–, y una población joven y laboriosa. Pero entre estas riquezas no se cuentan yacimientos petrolíferos, ni depósitos de gas que sean fácilmente explotables. Así las cosas, con la finalidad de sostener su crecimiento, nuestro país ha tenido que buscar y desarrollar otra matriz energética, la hidroeléctrica.

Pocos países cuentan con el bagaje de experiencia y conocimiento que tiene Paraguay. No solo en el sector público, sino también en el privado, como lo prueban las exportaciones al extranjero de turbinas hidroeléctricas hechas en nuestro país.

El potencial hidroenergético está además muy lejos de haberse agotado. Además del río Paraná, donde el país es copropietario de dos de las represas más importantes del mundo, nuestra geografía alberga una gran cantidad de ríos internos y caudalosos cauces hídricos que podrían integrarse eventualmente al sistema de generación de energía. En los últimos años se han dado avances en el mapeo de los sitios apropiados para el levantamiento de usinas hidroeléctricas de todos los tamaños y capacidades.

En un mundo con tantos problemas ambientales, la disponibilidad de energía limpia y renovable es además un factor adicional de atracción de inversiones. En efecto, tanto por razones relacionadas a la protección de la naturaleza como por motivos de imagen pública, cada vez más empresas se decantarán en el mundo por el uso de energía que no contamine. Paraguay puede y debe sacar el máximo provecho de esta ventaja, promocionando su energía por su abundancia y bajo precio, sino también como una fuente amigable con la naturaleza.

Acierta el Gobierno al centrar su contribución al debate sobre cambio climático en la generación de energía limpia y renovable. Es un aporte de enorme importancia de cara a impulsar las transformaciones que permitan atenuar los efectos del deterioro de la naturaleza.

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