Desde hace más de un mes, prácticamente la totalidad de las operaciones productivas de la Itaipú Binacional recae en manos exclusivamente de técnicos y funcionarios paraguayos.

Una prolongada huelga en el lado brasileño colocó la mayor parte de la responsabilidad de mantener en óptimo funcionamiento a la mayor hidroeléctrica del mundo sobre el Paraguay.

La represa no solo continúa al tope de su capacidad –cumpliendo puntillosamente las tareas regulares y periódicas–, sino que se proyecta a superar la producción alcanzada el año pasado. Inconvenientes, contratiempos o cualquier evento fuera de la rutina y de lo planificado fueron adecuadamente resueltos por los técnicos paraguayos, quienes demuestran así estar a la altura de la misión y de las exigencias de un trabajo muy complejo y delicado.

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Con frecuencia no se otorga la importancia debida a las cualidades de los operarios y técnicos paraguayos, minimizando su preparación o replicando prejuicios que no hacen más que minar nuestra propia autoestima como nación. Los profesionales compatriotas están en condiciones de operar al máximo nivel las usinas de Itaipú, garantizando la provisión de energía eléctrica tanto a nuestro país como al Brasil.

Esto es especialmente relevante si se considera que en un futuro que se vislumbra cada vez más cercano nuestro país tendrá que ampliar su producción de energía. En efecto, si bien Paraguay está todavía muy lejos de alcanzar un nivel de consumo que sobrepase lo que producen las hidroeléctricas binacionales de Itaipú y Yacyretá, lo cierto es que la energía se ha convertido en uno de los principales productos de exportación y fuente de ingresos para nuestro país.

Además, las necesidades energéticas de la región aumentarán sustancialmente en los próximos años. Para tener una idea cabal de los requerimientos en el futuro próximo de los eventuales compradores de energía paraguaya bastará con señalar un informe difundido hace un tiempo en el que se afirmaba que Brasil necesitará para el año 2022 –en menos de una década– al menos dos represas de igual porte y capacidad a la de Itaipú. En previsión de este crecimiento en el nivel de consumo, Brasil se apresta a iniciar la construcción de tres represas en la Amazonia, proyectos que enfrentan la firme oposición de grupos ambientalistas.

El hecho de que la demanda de electricidad esté completamente cubierta hoy en día no significa que el Estado no se anticipe a las necesidades futuras y comience a investigar las formas más adecuadas de generar más energía. Esa es precisamente la visión estratégica que debe primar en la gestión económica del Estado. Se estima que en el presente Paraguay solo explota entre el 55% y el 60% de su potencial hidroeléctrico.

Contar con profesionales y técnicos capaces de administrar y gestionar la mayor represa del mundo es un capital inestimable, de cara a nuevos proyectos de explotación hidroenergética. El Estado debe desarrollar nuevas estrategias y políticas energéticas basadas en la explotación de los recursos hídricos.

Para ello son cruciales dos pasos: 1. Avanzar en el mapeo de los sitios apropiados para el levantamiento de usinas hidroeléctricas de todos los tamaños y capacidades, y 2. La elaboración de un marco legal que favorezca la participación del sector privado en estos emprendimientos, que garantice los derechos de la nación y de las comunidades afectadas y que asegure un impacto ambiental mínimo.

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