En solo 50 minutos una superficie del tamaño del parque Ñu Guasu se quedaría completamente sin árboles al ritmo actual de deforestación en la Región Occidental, según señala un nuevo informe sobre el tema, elaborado por la organización ambientalista Guyra Paraguay.

De acuerdo con las estimaciones del estudio, entre julio del 2014 y junio del 2015 el desmonte se produjo a razón de 841 hectáreas por día y 35 hectáreas por hora. A esta velocidad, un bosque con la extensión del Jardín Botánico de Asunción sería barrida en solo tres horas.

El análisis señala que el departamento más golpeado es el de Boquerón, donde se concentró el 60% del desmonte. La comparación es verdaderamente alarmante. En el 2010 se deforestaron 232.000 hectáreas; en el 2011, 286.742 hectáreas; en el 2012, 268.084 hectáreas y en el 2013, 236.869 hectáreas. En el período monitoreado por el último informe, la cantidad de hectáreas se dispara a 302.592 hectáreas deforestadas.

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Con estos números, nuestro país lidera el ranking de los países con mayores tasas de deforestación en la región y se encuentra entre los primeros a nivel mundial. El estudio atribuye este dramático proceso al avance de la ganadería extensiva y de la agricultura empresarial, que prospera a grandes pasos en todo el Chaco, pero sobre todo en los departamentos de Alto Paraguay y Boquerón.

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Las inversiones y las empresas juegan y seguirán desempeñando un papel crucial para sacar a los departamentos chaqueños de la postración en la que se encuentran e incorporar a esta tierra llena de potencialidades al avance del conjunto del país. No puede pensarse en proteger la riqueza natural truncando iniciativas del sector privado que mediante la generación de empleos podrían contribuir mucho a elevar el nivel de vida de los pobladores.

La expansión económica no puede darse a costa del medio ambiente, permitiendo la destrucción de los bosques o la mala utilización y la consecuente degradación de los suelos. No hay que olvidar que allí se encuentran cruciales reservas forestales, de agua dulce y vida silvestre que aún posee nuestro país. Por eso el Estado juega un rol igualmente fundamental. Le corresponde garantizar un equilibrio que beneficie a todos los sectores y preserve con firmeza la riqueza natural de la Región Occidental. Estimular y proteger las inversiones que respeten uno de nuestros tesoros naturales; aplicar el máximo rigor de las leyes a quienes depreden la naturaleza y, finalmente, asegurar los servicios y la asistencia pública a los residentes de la región: tales son las tareas del Estado en relación a esa vasta partes del país.

El panorama que pinta el informe es desolador y debe motivar acciones urgentes de las autoridades para detener la degradación del medio ambiente y la explotación indebida de los recursos naturales, de forma muy particular de aquellos que se hallan en áreas declaradas bajo protección del Estado por las leyes.

El Gobierno debe trabajar en coordinación con las municipalidades y gobernaciones, de modo a lograr una mayor eficacia y mejores resultados. Se imponen medidas de alto impacto para preservar la riqueza natural del Chaco y frenar lo que puede ser un daño ecológico irreversible. Queda todavía mucho por salvar de los bosques de la Región Occidental, pero es indispensable actuar sin pérdida de tiempo.

De lo contrario, el Chaco correrá la misma suerte que la Región Oriental, donde son cada vez más escasas las áreas arboladas.

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