Jorge Zárate

jdzarate@gmail.com

"Otra vez por aquí", dice Fabián Mora, quien hace 34 años vive en la zona de Santa Rosa en el Bañado Sur, y que ya salió de su casa una decena de veces, y que ya casi no cree que las cosas algún día vayan a cambiar. "Quizá la Costanera, la defensa esa que se está promoviendo, nos pueda librar de esta situación.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Pero cuando la hagan ya vamos a estar todos muertos", dice instalando una vez más la precaria vivienda sobre la avenida Itá Ybaté, más conocida como 21 Proyectada.

Lo rodean sus hijas, sus nietos, en una pausa para el tereré, para después retomar el armado de la casilla de terciadas. "Ahora lo que más necesitamos es agua potable y un baño", dice.

La familia ya estuvo en este lugar el verano pasado, con la crecida anterior y señala cómo trabajadores de la propia Municipalidad de Asunción destruyeron los baños que se habían erigido para atender a los damnificados días antes de esta crecida. "Esto costó millones y lo acaban de tapar, fíjese", dice, y muestra los montículos de mezcla fresca sobre las cámaras de lo que funcionó como baño hasta hace poco.

El poder público, que hace poco por ayudarlos, no los quiere allí. Así lo cuenta Rosalina Lugo Insfrán, una abuela enferma que hace lo que puede con sus nietos. "No tuve a dónde ir, por eso nos instalamos aquí. Tengo también huerfanitos, porque su mamá, mi hija, se murió", cuenta lamentando haber perdido su heladera en la crecida.

PERDIDOS

Los pequeños juegan con una hamaca, un tobogán, una pequeña bicicleta. El mundo sigue a pesar de que tengan que dormir entre 7 en una casilla de 2,5 por 3 metros. "Perdí mis dos chanchos, mis gallinas", dice la abuela. "Señor, señor", dice Juan, uno de los nietos: "yo perdí a mi gato".

Ya en la calle Antequera, apenas una cuadra más abajo que la iglesia Santa Ana, se presenta el hombre que viene de bastón y mochila caminando desde lo inundado: "Maqueda, Indalecio", se presenta. "Me estoy quedando allá en la casa que tiene dos pisos, yo nunca salgo cuando viene el agua, ahora me vengo a comprar víveres", cuenta este hombre de 73 años.

Dejanos tu comentario