Londres, Reino Unido | AFP | por Ouerdya AIT ABDELMALEK.

David Cameron, que busca un segundo mandato como primer ministro británico, visitó el miércoles una escuela en las afueras de Londres pero sólo una docena de estudiantes y unos pocos periodistas elegidos pudieron asistir a la reunión de 9 minutos.

Es un ejemplo de la distancia que separa a votantes y medios de comunicación de los candidatos en la campaña para las elecciones del 7 de mayo.

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"Cameron ha visitado tantas áreas comerciales y fábricas vacías que debe estar completamente desorientado", se burlaba el periódico The Guardian.

The Times, por su parte, denunció la falta de relación del líder conservador con la prensa y "con la gente corriente de más de 4 años".

Su rival laborista Ed Miliband tampoco se muestra mucho más dispuesto a dar conferencias de prensa o conocer gente, probablemente temeroso del "efecto Duffy", estimaron los analistas.

Gillian Duffy era una jubilada con la que el antiguo primer ministro laborista Gordon Brown tuvo una conversación amistosa en 2010 ante las cámaras, antes de tratarla inmediatamente después de "intolerante" sin darse cuenta de que un micrófono estaba todavía conectado. El desliz le valió una ola de desaprobación y quizás su reelección.

Evitar imprevistos

"Es evidente que hay miedo a cometer errores", explicó Matthew Francis, profesor de historia política en la Universidad de Birmingham.

Peter Kellner, director del instituto de encuestas YouGov, dijo a los medios de comunicación que es "la prolongación de una tendencia de hace años, con los políticos tratando de evitar lo inesperado" delante de los medios de comunicación, que ahora están abiertos las 24 horas y que cuentan con las redes sociales como altavoz.

El hecho de que los laboristas y conservadores estén codo a codo en las encuestas parece que les haga aún más cautelosos, en vez de lanzarlos a la ofensiva. De ahí que la campaña sea "terriblemente aburrida", dijo Tim Bell, que fue quien asesoraba en cuestiones de prensa a la Dama de Hierro, Margaret Thatcher.

Esta estrategia, sin embargo, tiene sus inconvenientes. A los medios de comunicación que aceptaron pagar miles de libras para viajar en los autobuses de campaña de Cameron y Miliband, con la única esperanza de estar más cerca de ellos, se les oculta el programa de los líderes hasta el último minuto, y han empezado a responder con editoriales críticos.

"No estamos en Rusia", denuncia The Times. "En una verdadera democracia, los votantes tienen derecho a saber dónde hacen campaña sus candidatos y a hacerles preguntas difíciles, y los medios tienen derecho a saberlo, y a hacer preguntas en su nombre".

Presupuestos limitados

La falta de contacto puede aumentar la tendencia a una baja participación en el país, teme Matthew Francis.

Ciertamente, los candidatos no pueden dar la mano a cada votante pero la falta de reuniones o mitines de verdad "refuerza la idea de que están fuera del alcance, que son diferentes".

Nadira Mahamoud, una votante de Manchester de 21 años, está indignada porque nunca ha visto al diputado de su circunscripción. "Creo que los políticos tendrían que venir más en lugar de hablar por la tele", adonde acuden contentos a la hora del desayuno o la cena, sin que nadie les contradiga demasiado.

Como atenuante, Philip Habel, de la Universidad de Glasgow, esgrime que los presupuestos de campaña "son mucho más limitados" que en Estados Unidos, por ejemplo. En consecuencia, las campañas se realizan principalmente a través de las redes sociales, que es menos costoso.

"Vivimos una explosión en el uso de Twitter y Facebook", dijo, admitiendo que eso no reemplaza el contacto directo, como lo demuestra la campaña más de calle del Partido Nacionalista Escocés (SNP), que consiguió doblar su apoyo sobre el referéndum sobre la independencia que, paradójicamente, perdió en 2014.

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