La Agencia de Información Paraguaya que, en la fecha, se conmemora el centenario del nacimiento del compatriota Arsenio Pastor Erico Martínez, considerado el mejor futbolista paraguayo de todos los tiempos.

Arsenio Erico había nacido un 30 de marzo del año 1915, en Asunción. Con apenas 15 años fue jugador de primera de Nacional, de Paraguay. Pero, el destino le tenía marcado otro rumbo, en la Argentina.

Durante la contienda del Chaco (1932-1935) integró una selección paraguaya cuya presentación se destinaba a recaudar fondos para los soldados heridos durante la contienda contra la expansionista Bolivia.

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Arsenio Erico, por su condición natural, llamaba la atención en el terreno que se presentase. Pero fue en el equipo de Independiente, de Avellaneda (Argentina) donde se selló su trayectoria de vida.

En aquella institución, a fuerza de goles, ganó fama, respeto y consideración. A tal punto que recibió la propuesta de nacionalizarse argentino para vestir la camiseta albiceleste, a cambio de una importante suma de dinero.

El goleador humilde y digno respondió que el "era paraguayo" y que como tal no podía aceptar el ofrecimiento. El gesto del futbolista guaraní no hizo otra cosa que aumentar su fama.

En la fecha, se conmemora el centenario de su nacimiento. Sus restos descansan en un mausoleo del estadio Defensores del Chaco.

En su época de jugador así lo describían:

"Erico es diferente a todo lo que vi". "Un jugador notable". "Todo lo que engloban, sin exagerar cinco letras de Crack". "Para mí, un malabarista de circo, un artista. Perdón, un gran artista", Alfredo Di Stéfano.

"Su mejor arma era cuando saltaba. Les ganaba a los arqueros y metía todos los goles de cabeza". "Era un delantero imposible de marcar. Pero no sólo eso: también era todo un caballero…", Francisco Varallo, histórico goleador de la selección argentina.

"Él tenía, escondidos en el cuerpo, resortes secretos. Saltaba el muy brujo sin tomar impulso y su cabeza llegaba siempre más alto que las manos del arquero, y cuando más dormidas parecían sus piernas, con más fuerza descargaban de pronto latigazos al gol. Con frecuencia azotaba de taquito. No hubo taco más certero en la historia del fútbol. Cuando Erico no hacía goles, los ofrecía servidos a sus compañeros", Eduardo Galeano, escritor uruguayo.

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