Washington, Estados Unidos | AFP | por Andrew BEATTY

Desde que los mandatarios ocuparon sus puestos en 2009 su relación ha sido tensa, discrepando en temas como el asentamiento israelí y el moribundo proceso de paz en Oriente Medio.

Pero el martes Netanyahu se presentará en el patio de Obama, invitado por los republicanos, y pedirá al Congreso que se oponga a una política de seguridad nacional que la Casa Blanca considera clave y que es vista como parte del legado de la actual administración.

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El objetivo de Netanyahu es simple: evitar un posible acuerdo nuclear de Estados Unidos con Irán, aún si el costo de esa acción sea destrozar las relaciones con Obama.

A los ojos del primer ministro, un acuerdo semejante - que está en las etapas finales de negociación - le daría a los ayatolás de Irán un permiso tácito para buscar producir armas nucleares cuando el tratado caduque en una década o el tiempo suscrito, a partir de su firma.

Pero el costo de un Irán con poder nuclear que amenace la existencia israelí y genere un efecto de proliferación nuclear en Oriente Medio, es mayor que el que implicaría una ofensa por sabotear los planes de un presidente que dejará su cargo en tan sólo dos años.

"Respeto a la Casa Blanca y al presidente estadounidense pero es mi deber hacer todo lo posible por la seguridad de Israel", dijo Netanyahu antes de su partida hacia Washington.

Funcionarios diplomáticos creen que Obama podría implementar la mayor parte del tratado sin la ayuda del Congreso, pero los legisladores que quieran mostrar sus credenciales proisraelíes en la antesala de las elecciones de 2016 podrían complicarle el panorama.

La negativa a levantar determinadas sanciones o incluso a introducir nuevas podría ahuyentar a Irán.

"Les gustaría que no continuara"

Ante el sentimiento de intromisión en asuntos de la política doméstica estadounidense que generó en algunos sectores la actitud de Netanyahu, una enfurecida Casa Blanca ha reaccionado con fuerza al punto de intentar socavar al líder israelí en la recta final para las elecciones del 17 de marzo, en las que el mandatario buscará la reelección.

La consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, describió el discurso de Netanyahu y la manera en que fue propuesto como una medida "que destruye el tejido de una relación" de fraternidad entre dos naciones.

Obama ha descartado un encuentro con el primer ministro durante su visita a la capital estadounidense y algunos demócratas moderados decidieron no asistir a su discurso.

Tanto el vicepresidente como el secretario de Estado, John Kerry, estarán fuera del país durante la visita de Netanyahu.

"Están tratando de enviar una señal anticipada a las elecciones de que él no es su candidato", dijo Aaron David Miller, un exasesor de secretarios de estado republicanos y demócratas.

"No pueden decirlo y lo negarán, pero seamos claros: les gustaría que no continuara".

Si eso pinta a Netanyahu como un político aislado o uno con ímpetu a los ojos de los votantes israelíes, aún está por verse. Lo cierto es que permanece fuerte en las encuestas.

Con la reelección como una posibilidad cierta, grupos proisraelíes en Washington quieren prevenir que el pleito Obama-Netanyahu se materialice en una divergencia estratégica entre Estados Unidos e Israel.

"En un plano general se pueden encontrar alineamientos estratégicos a determinadas metas. Donde se encuentran divergencias es entre los dos partidos en el poder", dijo Jeremy Ben-Ami, presidente y fundador de J-Street, un grupo de lobby inclinado a la izquierda.

Pero si Netanyahu gana, Ben-Ami cree posible una acción militar unilateral de Israel contra Irán, aún si hubiese un acuerdo, que constituiría un potencial punto de fricción en los lazos con Estados Unidos.

"Al interceder de forma tan agresiva el primer ministro está jugando con fuego", Ben-Ami dijo a la AFP.

"A largo plazo podría dañar el consenso bipartidista sobre el compromiso básico con Israel que existe en Estados Unidos y ese es un riesgo que los líderes israelíes no deberían estar tomando".

Una línea de legisladores demócratas están mostrando su disgusto al anunciar que no asistirán al discurso de Netanyahu.

"Hay mucho de retórica y política en todo esto", dijo el senador demócrata Tim Kaine.

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